Mediaron pocos meses entre el comienzo y el desenlace de aquellas relaciones, pero el dolor de Anne fue mucho más duradero. La melancolía del amor contrariado ensombreció las ilusiones de su juventud, y como efecto definitivo de aquel sacrificio pasional su lozanía se esfumó y huyó para siempre la alegría de su espíritu, hasta entonces animoso y optimista.
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