viernes, 12 de julio de 2013

El bien y el mal

Buscando un equilibrio entre el bien y el mal. Entre lo que hacemos correcto y  lo incorrecto. ¿Quién tiene derecho a juzgar eso? ¿Quién puede decir si nuestras decisiones son acertadas o equivocadas?
Antes de actuar de alguna forma, casi siempre buscamos consejos entre nuestras personas de confianza (sobre todo si son decisiones importantes) y he aquí que me encontré en un gran dilema. Según  nuestra forma de exponerlo siempre trataremos de convencer a nuestro oyente que es lo que nosotros consideramos mejor, para que felizmente nos diga lo que queremos escuchar. Y probablemente la mayoría caiga en el juego de palabras, si dedicamos el tiempo necesario para reflexionarlo y ordenar las ideas antes de hablar con motivo de persuadir a quién nos escuche.
Pero generalmente nos centramos en una parte del problema y su respectiva solución. ¿Qué pasa cuando alguien más... no más inteligente, sino alguien más observador y/o pensativo nos plantea el otro lado y logra que veamos que nuestra inicial solución es incorrecta desde ese punto de vista?
Ahora bien, tenemos un problema y una solución que por un lado es correcta, y por el otro no. Es razonable concluir que tendremos que buscar otra manera de salir de nuestro enigma. Pero ¿Qué ocurre si este es un ciclo infinito? ¿Qué camino deberíamos elegir? ¿El qué nos hace más feliz a nosotros? o ¿Es necesario también pensar en los demás?
Seguramente la mayoría respondería al unísono que lo más lógico sería elegir el de nuestra felicidad. Sin embargo (pensando en un problema en particular y personal) difiero en esa idea. ¿Será qué la mayoría tiene la razón? ¿Será qué esa persona que me hizo ver el otro angulo tiene razón? ¿El corazón nos dirá lo que es correcto? ¿O las normas y los valores de nuestra sociedad?
 ¿Dónde estará el punto medio que nos permita ser objetivos y determinar todas las posibles salidas? Tal vez  la realidad es que no existe tal hecho que pueda remediar la circunstancia, porque este es consecuencia de haber actuado de forma errónea posterior a todo este laberinto de preguntas y respuestas. Quizás sea un castigo divino, o simplemente parte de la vida.

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